Cuando me dirigí a Google y busqué el significado de los deportes electrónicos o
ciberdeportes, el primer resultado –de la omnisapiente Wikipedia- me ofreció la
siguiente definición: “Los deportes electrónicos, también llamados esports, son
competiciones de videojuegos que se han convertido en eventos de gran
popularidad. Por lo general, los deportes electrónicos son competiciones de
videojuegos multijugador, particularmente entre jugadores profesionales.”
Pero el término hace ruido, y la definición un alboroto, incluso para el menos adepto
al mundo de la etimología, pues se combinan dos elementos tan distintos como el
deporte con la electrónica: el primero, una disciplina fundamentalmente física y la
segunda, una ciencia aplicada que trasciende a lo virtual e intangible. ¿Cómo puede
haber un deporte electrónico? ¿A qué hace referencia?
La primera arista que debí cubrir, era la definición primigenia. Según la Carta
Europea del Deporte, se denomina deporte a toda actividad física que mediante
una participación organizada o de otro tipo, tenga por finalidad la expresión o la
mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o el
logro de resultados en competiciones de todos los niveles; mientras la RAE abre un
poco más la definición en su segunda acepción:
“Recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre.”
En el resto de fuentes, la característica de una acción corporal es omnipresente en
el concepto de “deporte”, por lo que se liga casi por antonomasia el hecho de que
practicar deporte incide positivamente en la salud física. El constructo lingüístico e
ideológico de lo deportivo está vinculado a la actividad física, al ejercicio, al ser
humano poniendo en marcha su extensión corpórea para alcanzar un objetivo
específico.
No obstante, el deporte implica además de una disciplina, el carácter de la
competición y la profesionalidad. Hablo de reglas, manuales enteros y manifiestos
sobre las condiciones y evaluaciones exhaustivas a las que se somete la ejecución
del mismo, eventos masivos, la cobertura por parte de los medios de comunicación,
las mesas redondas de comentaristas y por supuesto, la fanaticada. Ese enorme
constructo que puedo llamar el exoesqueleto del deporte, la proyección masiva y
más pública de la actividad en sí.
Ahora bien, el debate sobre los eSports, entendidos como la competición entre
gamers –anglicismo que denomina a la comunidad de personas que se dedican a
jugar videojuegos- no surge de cuestionar el exoesqueleto de la actividad deportiva
anteriormente explicado, pues si solo de esto se tratara el deporte, el que yo escriba
este artículo quedaría totalmente injustificado.
El dilema inicia justo donde está ausente la dimensión física en los
controversialmente conocidos “deportes electrónicos”. Según el artículo ¿Los
esports son deportes? Publicado en mayo del 2020 por el portal digital mexicano El
Universal, para que un videojuego pueda entrar en la categoría de deporte
electrónico debe permitir el enfrentamiento directo entre dos o más participantes;
constar de una competencia en igualdad de condiciones, y la victoria se determina
únicamente por su habilidad; y deben existir ligas y competiciones oficiales
reguladas con reglas y formadas por equipos y jugadores profesionales.
En el párrafo siguiente, el autor del artículo justifica la denominación de “deporte” a
esta acción de dimensión virtual puesto que propone que
“No solamente las actividades con alta demanda física se pueden considerar deportes; también lo son aquellos donde la mente tiene un papel determinante (como el caso del ajedrez).”
José Hernández Moreno en su artículo “Si los eSports son deporte, ¿por qué
llamarlos electrónicos?” propone tres características principales en un deporte: la
motricidad, el espacio deportivo y la estrategia motriz deportiva, también llamada
táctica. Elementos que no aplican originalmente a las competiciones de
videojuegos.
Pero si son deportes en sí mismos ¿por qué se le añade este adjetivo tan
contrariado? Los eSports son tan deportes como lo son los certámenes de deletreo,
los concursos musicales, el ajedrez (aplica igualmente el dilema), las olimpiadas de
matemáticas e incluso los juegos televisados de preguntas y respuestas; Sería
recomendable entonces llamarlos eLeague u olimpiadas electrónicas. El hecho de
que se trate de una actividad competitiva y retadora para la psique humana, no lo
convierte en deporte.
Si así fuera, el mismísimo periodismo sería considerado deporte.